Descripción

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martes, enero 07, 2014

Jacques de Mahieu - La Agonía del Dios Sol


Realmente, eran indios muy raros: blancos, barbados, calvos, todo lo que los indígenas de Sudamérica no son jamás. Desde hacía unos veinte años, Jacques de Mahieu —antropólogo y sociólogo— buscaba, en los libros y en la piedra, datos que le permitieran identificar a los hombres rubios y barbados cuyo recuerdo recogieron los cronistas españoles de la Conquista y cuya imagen nos han conservado las estatuas y frescos precolombinos. ¿No serían los "indios blancos" del Paraguay descendientes de esos hombres y esas mujeres de tipo nórdico cuyas momias se encontraron, en 1925, en las grutas preincaicas de Paracas, en el Perú? Había que verificar la hipótesis. Un minucioso estudio antropológico permitió establecer que los guayakís eran realmente arios de raza nórdica, degenerados y muy ligeramente-mestizados. Inclusive, dibujaban aún signos que se parecían curiosamente a runas. Jacques de Mahieu hizo efectuar excavaciones en el emplazamiento de una de sus muy antiguas aldeas, y se hallaron fragmentos de cerámicas cubiertos de inscripciones rúnicas que pudieron ser descifradas. Luego, relevó, en plena selva virgen, lo que era todavía, a principios del siglo XV, una posta vikinga: inscripciones traducibles, dibujos de drakkares y una magnífica imagen de Odín, Díos Sol.

Una posta supone la existencia de caminos. El profesor de Mahieu pudo reconstituir su trazado, del Atlántico a Tiahuanacu, la capital preincaica del imperio danés. ¿El Atlántico? ¿Los vikingos perdidos seguían navegando? Por supuesto. Hasta retomaron contacto con Europa, a mediados del siglo XIII, y trajeron de vuelta a un sacerdote católico, a quien llamaban Thul Gnupa, Padre Gnupa, cuyas aventuras nos permiten contar las crónicas indias. Y habían dejado en Escandinavia un magnífico tapiz, cubierto de llamas y, en Normandía, mapas precisos que permitieron a los dieppenses, ya en el siglo XIll, ir a Sudamérica para cargar troncos de palo brasil, por la ruta que siguió a su vez, en 1503, el capitán Paulmier de Gonneville, y numerosos marinos después de él.

LA AGONÍA DEL DIOS SOL constituye la etapa decisiva de una búsqueda cuyas bases el autor echó en EL GRAN VIAJE DEL DIOS SOL y cuyos resultados posteriores expondrá en DRAKKARES EN EL AMAZONAS, que publicaremos próximamente en esta colección: una búsqueda que, para él como para sus lectores, constituye una apasionante aventura científica.



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