El
budismo zen se introdujo en un principio en Japón como la religión de los
samurais o la clase militar, configurando el carácter de muchos destacados
soldados y estadistas. Pero este hecho de todos conocido se entenderá mejor si
se lee este libro, donde se explica que la disciplina mental del zen equilibra
la mente haciendo que uno no sea apasionado ni desapasionado, ni astuto ni poco
inteligente, ni hipersensible ni insensible. Fomenta el autocontrol, subyuga
pasiones tan perniciosas como la ira, la envidia, el odio y otras similares, y
despierta emociones como la empatía, la compasión o la generosidad. Es una
forma de iluminación, ya que disipa la ilusión y las dudas y, al mismo tiempo,
aniquila el egoísmo, destruye los deseos poco sanos, eleva los ideales morales
y revela la sabiduría innata, condiciones todas ellas que debía reunir todo
buen samurai.
El libro comienza con una perspectiva histórica de las
dos corrientes principales del Zen: las tradiciones Rinzei y Soto. Y se
destacan los paralelos entre un Monje Zen y un guerrero samurai; luego, se
exponen los pasos para el entrenamiento mental. Se abordan lugares ideales para
la meditación, posiciones adecuadas para sentarse, alimentos, e incluso se toca
el tema de los superpoderes en el Zen.
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