En
el ámbito de la literatura iberoamericana, la obra de José Luis Ontiveros
(Córdoba, México, 1954) es muy singular, tanto por su temática como por su
estilo desafiante y provocador. Aunque ha incursionado en distintos géneros,
desataca especialmente en la narrativa. El núcleo de sus ensayos es la épica y
la revitalización de una axiología heroica. Su narrativa se condensa en lo
maravilloso y en la condición fatídica de lo humano, así como en la búsqueda de
lo sagrado. Para Ontiveros, la literatura es un puente que permite atisbar lo
absoluto o conduce a un sucedáneo terrenal: la locura. Como ensayista tiene dos
libros importantes: la Apología de la barbarie (publicado en México, España y
Portugal) y La espada y la gangrena. Al caer el muro de Berlín, apareció poco
después su polémica epístola Carta a un marxista decepcionado. Su primera
novela, El Hotel de la Cuatro Estaciones, publicada en 1995, generó reacciones
de distinto calibre entre críticos y lectores.
El
presente texto se descompone en dos partes netamente separadas: una, consagrada
a reflexionar sobre el suicidio del marxismo y los marxistas, y otra, en la que
se interroga a sí mismo sobre su América, la América romana o ibérica, o hispana.
La segunda parte de su texto es precisamente esto: una indagación sobre si la
América Ibérica es depositaría de alternativas, de contramodelos, de esperanzas,
en suma. Hay que alumbrar un mundo que no esté poseído de la pasión por lo
material, sino incardinado hacia lo trascendente, en el que recuperemos para el
ser humano su dimensión espiritual, sepultada, como hoy ocurre, bajo un sinfín
de artilugios inútiles y pasiones envilecedoras.
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