Este
texto traza el perfil político de tres intelectuales comprometidos con su
tiempo y con sus compatriotas. Los franceses Pierre Drieu la Rochelle y Robert
Brasillach, y el español Ramiro Ledesma Ramos, representan el empeño de una
juventud que creyó resueltamente en el mito movilizador de Europa como tercera
vía entre el capitalismo y el comunismo.
¿Por
qué Ramiro Ledesma, Pierre Drieu la Rochelle y Brasillach? Porque consideramos
a estos tres hombres como auténticos modelos de nacional-revolucionarios.
Algunos los consideran incluso como los portavoces de un fascismo ideal que
habría sido desviado al encarnarse en la historia. Son, por tanto, el pretexto
para un estudio del pensamiento político de cada uno de ellos, no exhaustivo,
pero sí con la pretensión de dibujar las grandes líneas de un análisis político
fascista a través de algunos de sus escritos. Quizá los puristas de tal o cual
capillita paleo-fascista encontrarán algo que criticar sobre el sentido dado a
algunos aspectos particulares del pensamiento de Ramiro Ledesma, Drieu la
Rochelle o Brasillach. Estas recriminaciones nos importan muy poco. Hoy no
tomamos el pensamiento de estos tres precursores como una justificación, sino
como un pretexto. Pretexto para proporcionar un bagaje ideológico y táctico
mínimo al joven militante en el contexto de una situación política
prerrevolucionaria.
Forzosamente, el neofascismo se presenta bajo los aspectos más diversos. La presentación cambiará, el contenido seguirá siendo el mismo. El neofascismo, cualquiera que sea su nombre, es una necesidad política y social ante la que deberá plegarse Europa si quiere asegurar su renacimiento. No olvidemos que es la voluntad de los hombres la que hace la historia, y la voluntad de los militantes nacional-revolucionarios será la que realice la revolución europea. El fascismo histórico murió a causa de su derrota militar. La idea no ha muerto.
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