Una
propaganda sistemática, que en estos días alcanza niveles agobiantes, presenta
a los marranos como víctimas de la monstruosa persecución inquisitorial, como
seres marginados sometidos al yugo despótico de reyes sanguinarios, apoyados
por un pueblo sumido en las tinieblas del oscurantismo medieval.
Después
de la guerra civil se inició en España el estudio sistemático del problema
converso, pero excepto algunas obras de sacerdotes católicos que enfocaron sólo
el ángulo religioso, la tarea ha sido monopolizada por judíos — públicos y
conversos— y filojudíos. En el campo nacional hasta ahora nadie se ha ocupado
de él. Peor aún, no se tiene la menor idea de la existencia de esta vital
cuestión, sin cuyo conocimiento no es posible aprehender la historia de Esparta
ni explicar el presente.
Esto
es lo que hizo imperioso este trabajo que, limitado prácticamente al campo
bibliográfico, ha procurado reunir los elementos básicos para alcanzar su
objeto en materia tan vasta: brindar una visión somera pero global, de fácil
comprensión, y sustentada en fuentes judías y projudías. Y sacar las conclusiones,
todas las conclusiones, que los demás callan y tergiversan. La función del
historiador no se limita a la investigación, mero instrumento, esencial desde
luego, para dilucidar los hechos. Por carencia de una adecuada formación
científica, a veces, pero casi siempre por falta de valor y/o espurias
intenciones, en estos tiempos son muy pocos los historiadores genuinos, a pesar
de que existen brillantes investigadores.
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