Juan Eugenio Blanco nos ofrece en estas páginas que
vais a leer una evocación de la campaña de la División Azul en tierras de
Rusia, y su narración ha de constituir con toda seguridad, para cuantos la
vivimos, un magnífico archivo de los recuerdos de aquellos largos e
interminables días que transcurrieron bajo los ardores del estío o entre la
nieve de los largos y desoladores inviernos.
Pero lo más importante es que todas las páginas de
estos relatos son historia pura, vivida y sufrida día a día, y escrita bajo la
impresión cálida y ardiente en el mismo escenario de la acción.
"Cuando
el 22 de junio de 1941 Hitler traicionó a Stalin y la Wehrmacht invadió Rusia
(Unternehmen Barbarossa) el Gobierno español decidió reclutar una fuerza de
voluntarios para luchar contra la Rusia soviética, devolviendo la visita
que el comunismo había hecho a España durante la Guerra Civil y para agradecer
a la Alemania nazi la ayuda prestada a los nacionales por la Legión Cóndor (que
compensaba la prestada por la Unión Soviética a los republicanos). La idea fue
del cuñadísimo Ramón Serrano Suñer, prominente -aunque tardío-
falangista, Ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno de Franco y bien
relacionado con la jerarquía nacionalsocialista alemana (el propio Serrano
promovió la reunión entre el Führer y el Caudillo en Hendaya el 23 de
octubre de 1940). Con autorización de Franco y tras la aparición de Serrano en
el balcón de la sede de Falange en el nº 44 de la calle de Alcalá y su ¡Rusia
es culpable! el entusiasmo se desbordó. Se organizaron banderines de
enganche en Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Sevilla, Cádiz, Valladolid,
La Coruña, Burgos, Bilbao, Córdoba, Ceuta, Melilla, etc.
Acudieron
miles de voluntarios, sobre todo universitarios (mayoritariamente falangistas,
un 80%) pero también operarios de la industria, funcionarios, soldados ya
licenciados del Servicio Militar y jóvenes que por su edad no habían podido
combatir en la Guerra Civil, incluso soldados republicanos cautivos que así
conseguían salir de los campos de prisioneros. Se presentaron más de 25.000
aspirantes, al punto que el número excedía de los necesarios para integrar
la plantilla de una división, por lo que en ocasiones hubo que sortear las
plazas y rechazar a muchos voluntarios ilusionados. Las coplillas falangistas
anunciaban que:
Ahora que Franco ha ganado la guerra,
…..rumba la rumba la rumba la…..Volveremos a empezar, tomaremos Gibraltar,
domaremos porque sí al Imperio Marroquí, si nos da por la elegancia tomaremos
toda Francia, Rusia es cuestión de un día para nuestra infantería….."
No pretende, por tanto, nuestro camarada Eugenio
Blanco servirnos una composición literaria nacida con premeditado afán de
lucimiento, sino un relato en forma de reportaje, en lenguaje íntimo,
voluntariamente desprovisto de aderezos retóricos que pudieran falsear el
encanto de su autenticidad.
Es, sencillamente, la irrefrenable expansión del
alma de un divisionario, trasladando a letras de molde todos los recuerdos
captados en las tierras lejanas y duras donde luchó con su división.
Peso: 7,22 MB
Peso: 7,22 MB
No hay comentarios:
Publicar un comentario