Descripción

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martes, agosto 07, 2018

Régine Pernoud - Para acabar con la Edad Media.



A pesar de que los historiadores profesionales hace mucho tiempo que han afinado su comprensión de la Edad Media y han renunciado a la mayoría de los tópicos que sobre esa época han circulado desde hace varios siglos, la opinión pública, sin otra fuente de información que los simplistas programas escolares oficiales y los lugares comunes que repiten hasta la saciedad los medios de comunicación, sigue haciéndose una idea absolutamente errónea de lo que fueron esos siglos mal llamados 'Edad Media'. 

    Régine Pernoud, con segura erudición, enorme lucidez y fina ironía, desmonta uno a uno el cúmulo de tópicos -en su mayoría malintencionados- que ocultan el verdadero rostro de la época. La autora demuestra la falsedad de las acusaciones de ignorancia, barbarie, misoginia, intolerancia, etc. que se suelen lanzar contra la Edad Media, y pone las cosas en su sitio apoyando sus afirmaciones con los datos que le suministra su inmensa erudición. 

    La importancia decisiva de la Edad Media para la construcción de lo que hoy es Europa queda bien clara en este ensayo inteligente y ameno, que revela el esplendor intelectual, espiritual y artístico de una época de nuestra historia que algunos desinformados todavía se empeñan en calificar de 'oscura'. 

Escrito con un fino sentido del humor, erudición e irreverencia por la ignorancia propagandística contra la Edad Media. La autora es una de las mayores especialistas del mundo medieval en Francia. Este es un libro muy ameno y de lectura casi adictiva, que ha supuesto todo un hito en la historiografía moderna.

Libro recomendado para personas interesadas en la Edad Media -tanto partidarios como detractores y personas neutrales. Para personas que deseen comprender las modas propagandísticas que siempre nos quieren hacer creer que una época (o una cosa) es mejor que otra. En algunos aspectos el Renacimiento fue una época menos civilizada que el Medioevo -del que se asumen todas las desgracias del calamitoso siglo XIV.

Regine Pernoud (1909-1998), gran medievalista francesa, indiscutida paladín de esta época en el siglo XX. Su encanto al escribir, su sencillez y llaneza al biografiar y, sobre todo, su aplicación obsesiva a las fuentes primarias y secundarias, fueron algunas de las características que la transformaron en una autoridad indiscutida en la materia de la mal llamada “Edad Media".

Para Pernoud la historiografía acerca de la Edad Media es la expresión por antonomasia de la llamada Leyenda negra, puesto que no hay época más históricamente deformada. Con ironía sostiene que este largo período “es materia privilegiada puesto que puede decirse sobre ella lo que se quiera con la casi certeza de que nadie lo desmentirá".

En efecto, la Edad Media es el objeto de toda una mitología ideológica que a fuerza de propagandística repetición ha terminado por imponerse a la verdad histórica. Poco importa que esa construcción ideológica, común a historiadores liberales y marxistas, esté viciada de nulidad por sus contradicciones y antihistóricos presupuestos, que no han impedido sin embargo su vasta difusión y aceptación.

Resulta notable que tamaño despropósito haya adquirido visos de realidad, pues basta con pensarlo un momento: un milenio de historia occidental -en el que por decir lo menos se forjaron las monarquías cristianas, nacieron las universidades y el arte románico y gótico y que tuvo a pensadores como Abelardo, Santo Tomás o Buenaventura- reducido al mote de “edad oscura” o, peor aún, al absurdo del “modo de producción feudal” de la historiografía marxista. Suena ridículo. Pues bien, ¡a esa ridiculez remite grosso modo la historiografía “oficial” acerca del Medioevo desde hace unos trescientos años!

En este libro breve y notable, Pernoud desarrolla los fundamentos de ese infundio y otorga algunas herramientas de zapa, útiles para socavar las bases edificadas por los falsarios de la historia.

Inicia el libro señalando la importancia del arte medieval y subrayando su radical originalidad puesto que, a diferencia del arte renacentista -de suyo determinado por la imitación de la Antigüedad-, el medieval es original en sentido estricto, esto es, fiel a su origen cristiano.

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