Robert Brasillach nació en Perpignan, cerca de la frontera española, el 31 de marzo de 1909. Hijo de catalanes franceses, su padre era un oficial destacado en el Marruecos francés, particularidad ésta que marcaría toda la vida del escritor. Interesado desde joven por la política, Brasillach llegaría al fascismo atraído por el dinamismo, la mística y la poesía de un movimiento que avanzaba en muchas naciones europeas. Tras la “liberación” de Francia sería apresado por “colaboracionista
En la cárcel, poco antes de ser ejecutado, escribió dos de sus obras más conocidas; “Carta a un soldado de la quinta del sesenta’’ y “Poemas de Fresnes”. Cuando le llegó la hora, antes de que sus verdugos abriesen fuego, apeló al coraje y gritó ¡Viva Francia!: fueron las últimas palabras de un hombre cuyo único delito fue pensar diferente en tiempos convulsos.
Si Drieu La Rochelle es un fascista pesimista, el del excombatiente, con un tono virulentamente anticapitalista y socializante; el fascismo idealizado por Brasillach es el fascismo optimista, el del joven soñador y romántico, mucho más conservador y nacionalista.
ERIK NORLING
Brasillach, como otros muchos miles de franceses, sufrió un proceso político al llegar la llamada “libération”. Como todo proceso político fue, en realidad, un proceso de intención. Y un proceso de intención, que ya es odioso bajo cualquier régimen, alcanza el summum de la estupidez y del cinismo en una democracia, que se supone admite, y hasta fomenta, el derecho a disentir.
JOAQUIM BOCHACA
Si para un editor todos los libros son apreciados, no menos cierto es que hay unos más queridos que otros. Este es uno de esos casos. Este aprecio especial se debe a que estamos frente a una vida truncada de manera alevosa, cruel.
JUAN ANTONIO LLOPART
Este libro no fue escaneado por nosotros, presentaba algunos errores de escaneo que me tomé la molestia de arreglar lo mejor que pude para una mejor lectura.
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