No vivimos bajo la garra
fatal de la globalización sino bajo el yugo de un régimen político único y
planetario, no reconocido: el ultraliberalismo, que rige la globalización y la
explota en detrimento de las grandes mayorías. Esta dictadura sin dictador no
aspira a tomar el poder sino a dirigir a quienes lo ejercen.
Su tesis central rebasa esa
lucha entre disciplinas y acusa al ultraliberalismo de querer implantar una
dictadura. Lo curioso de todo esto, es la idea que concibe de un mundo
gobernado por un nuevo sistema totalitario. No bajo la óptica de los
totalitarismos que conocimos durante todo el siglo XX, los del socialismo real.
De manera extraña se impuso un nuevo esquema de dominación, sin forma, donde
los ciudadanos del mundo, los gobiernos, las estructuras políticas, etc., sólo
son actores manipulados. A veces pareciera que describe una novela de ficción
política –al estilo del inglés George Orwell–, donde la imaginación da cabida a
la existencia de intereses ocultos y perversos que dominan el mundo.
Forrester señala que este
nuevo régimen planetario no tiene rostro, no se refiere a una estructura o una
institución específica que se encarga de gobernar. De hecho las instancias y
funciones políticas tradicionales estorban al nuevo régimen. Acusa al
ultraliberalismo de ejercer el verdadero poder en el mundo, delegando en los
gobiernos la aplicación de su ideología vacía de contenidos políticos. Los pueblos
quedan sometidos a un simple mutismo; la característica de éstos es permanecer
en silencio.
A la nueva dictadura, no le
interesa organizarlos, su objetivo central está en diversos aspectos como: el
gusto de acumular, la neurosis de lucro, el afán de la ganancia, del beneficio
en estado puro, el acaparar territorios, el espacio en su totalidad, por encima
de sus configuraciones geográficas.
Ante esta situación, la
autora menciona que lo más inmediato para enfrentar a esta extraña dictadura es
sacudirse la propaganda que trata de disimular los verdaderos problemas de la
sociedad. Argumenta que la política del neoliberalismo a través de su
propaganda trata de ofrecer soluciones a los mismos problemas provocados por
ella, y esas soluciones son las las dictadas por la «extraña dictadura» . Así
funciona su propaganda totalitaria.
A los dueños de la ganancia,
que son los verdaderos instauradores del nuevo régimen, les interesa la
perpetuidad. Para ello tratan de convencer a las masas anónimas que para
mejorar sus condiciones de vida, es necesario que ellos tengan estabilidad y
certidumbre. La competencia es un pretexto que se utiliza para justificar los
abusos cometidos contra la humanidad. La población en general debe apoyar a la
competitividad sin el menor cuestionamiento para que «se puedan crear fuentes
de empleo».
Forrester conceptualiza a la
competencia como un juego convenido entre quienes pretenden imponerla. Funciona
como un club privado donde se logran acuerdos y no hay enfrentamientos. Los
dueños de las ganancias manipulan a todos los actores y sólo quienes tienen
membresía conocen los verdaderos objetivos y funcionamiento de la dominación. A
los plebeyos que se atreven a cuestionarlos tratan de convencerlos de que es
destino natural de la humanidad el fenómeno de la globalización y que no es
culpa de ellos como evoluciona el mundo, sino consecuencia de la dinámica de la
economía privada.
El sistema ultraliberal –nos
dice la autora–, tiene una ideologia que no admite sino una lógica, la de la
ganancia privada; en un esquema creado para dar la sensación de que no existe
otra alternativa. El poder financiero difunde los valores de la «economía de
mercado». No se admite discusión sobre los «valores virtuales» de la economía
de mercado ya que es el modelo único de sociedad donde se combinan todos todas
las libertades democráticas.
La nueva dictadura creó una
opinión pública internacional que estrangula a aquellas élites políticas que
tratan de convertirse en conciencia de la dignidad de los pueblos que representan.
Quienes lo intentan, son aislados en su localidad, por pensar diferente.
En el texto se explican los
mecanismos bajo los cuales la lógica de la ganancia y la especulación rebasaron
a los problemas que tradicionalmente la economía padecía. Hoy los objetivos de
las politicas financieras, en apariencia, deben centrarse en bondades para los
trabajadores. Sin embargo, la verdadera esencia de éstas, radica en como
acumular más ganancia, sin importar sus consecuencias sobre la población, el
impacto en el ambiente, el desarrollo de la civilización, etc.
Al final del texto se
propone que la prioridad en estos tiempos es rechazar «el horror económico» ,
salir de la trampa y a partir de ahí continuar. Se propone que lo urgente no es
resolver los problemas falsos planteados por el adversario, sino en priorizar
los verdaderos problemas y enfrentar aquello que los provoca.
Forrester recomienda a sus
lectores que no se trata únicamente de rechazar todo. Es necesario darse cuenta
del entorno, comprender donde estamos y analizar hacia donde puede conducirnos
esta «nueva realidad» impuesta por la propaganda del ultraliberalismo. La
misión para enfrentar a la «extraña dictadura» es rescatar la dignidad humana:
no puede ser la prioridad el lucro ante el conjunto de los seres humanos.
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