Esta obra esencial de Evola
el concepto de raza es arrancado de la usurpación cientificista por la que el
hombre es reducido a la dimensión de un mero animal, perfectible a través de
adecuadas cruzas biológicas. Sin embargo el rechazo por tal reduccionismo no lo
lleva a adherir a las posturas ambientalistas hoy vigentes por las cuales el
medio social determina sin más al sujeto a través de sus influencias
culturales, En la esfera más profunda del yo, Evola encuentra una dimensión del
espíritu donde el hombre debe efectuar una elección decisiva entre herencias
antagónicas y ser capaz de construirse de acuerdo a la medida que pueda hallar
en sí mismo. Queda así salvada la libertad humana y superados los dos dogmas en
que se dividió la humanidad por mucho tiempo -hasta incluso llegar a un
magnicidio- entre el determinismo biológico y el social, manifestaciones ambas
del materialismo moderno.
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