Los Druidas eran Sacerdotes;
y de la peor especie que se haya registrado en la Historia de la Humanidad.
Las opiniones son
encontradas, cuando se refieren a la moral del Druida, un General pederasta
como Julio César (100-44 A.J.C.) los halló agradables e incluso envió al Druida
Viviciano a Roma como Embajador. Pero en el aspecto moral, el futuro cónsul
dejaba mucho que desear; en cambio Estrabón (60 A.J.C.), célebre geógrafo
griego, contemporáneo del anterior, menciona actos de tremenda crueldad “que se
oponen a nuestras costumbres” y relata cómo los Druidas realizaban augurios
“leyendo” los profundos dolores de una víctima apuñalada por la espalda.
También eran afectos a los sacrificios humanos, los que consumaban introduciendo
a las víctimas en una enorme máscara de mimbre a la que luego prendían fuego.
Los Druidas “consideraban un
deber cubrir sus altares con la sangre de sus prisioneros y consultar a las
Deidades en las entrañas humanas” escribió Tácito.
En este documental se
desvela que estos sacerdotes practicaban el sacrificio humano ritual e incluso
el canibalismo. Esta idea era conocida desde época romana, pues distintos
autores, como Plinio el Viejo o el propio Julio César relataron en sus escritos
algunas de las supuestas prácticas salvajes de los druidas. Sin embargo, hasta
el momento los historiadores no habían concedido crédito a esta posibilidad, considerando
los testimonios romanos –y a falta de evidencias arqueológicas– como mera
propaganda de guerra.
Un punto de vista que parece
haber cambiado tras algunos hallazgos recientes. Uno de ellos es el del llamado
Hombre de Lindow, un cuerpo momificado que data de hace 2.000 años y que fue
descubierto en Inglaterra en la década de 1980. Según los expertos, este
cadáver –al parecer perteneciente a un noble– muestra signos de haber sufrido
un duro martirio durante un sacrificio ritual, como explica la arqueóloga
Miranda Aldhouse-Green, de la Universidad de Cardiff.
Otro hallazgo, aún más
macabro, se produjo en el año 2000 en Alveston, Inglaterra. Allí, en una cueva
de la localidad, los arqueólogos han descubierto los cadáveres de 150 personas
que, al parecer, fueron sacrificadas en la época de la conquista romana. Para
sorpresa de los estudiosos, los restos de Alveston manifestaban signos de haber
sufrido canibalismo. En opinión de Aldhouse-Green y otros expertos, estas
prácticas rituales seguramente pretendían obtener el favor de los dioses, en
busca de una victoria frente a los invasores romanos.
Respecto a si los druidas
realizaban sacrificios humanos, existe mucha controversia.
Según Sópater de Pafos,
griego de Chipre, en tiempos de Alejandro Magno los celtas de Galacia
sacrificaban a sus prisioneros a sus dioses, quemándolos después de una
victoria.
Diodoro Sículo, griego,
habla de la ejecución de prisioneros de los celtas Gálatas: “tomó a aquellos
prisioneros que eran más atractivos, fuertes y en la flor de la juventud y tras
coronarlos, los sacrificó a los dioses, si es que hay alguno que recibe esas
ofrendas”. Estas referencias deben tomarse como lo que son: el trato saso a
prisioneros de guerra. De ello no se salvan ni los Romanos quienes, tras la rendición
de Alesia y Vercingetorix, este fue llevado a Roma para ser sacrificado ante
Marte, el dios de la guerra Romano.
La primera mención de
sacrificio humano como acto deliberado de culto religioso de los celtas fue
hecha por Cesar y por Estrabón, citando a Posidono como su fuente. Según
Estrabón “solían golpear a un hombre al que habían consagrado a la muerte, con
un cuchillo a la espalda, y luego realizaban adivinaciones según los
estertores; pero no sacrificaban sin un druida”.
Y sigue: “se nos dice que
todavía tienen otros tipos de sacrificios. Disparan a sus víctimas con flechas,
o las empalan en sus templos, o después de construir un coloso de paja y madera
arrojan dentro todo tipo de animales y seres humanos, y entonces los queman
para hacer la ofrenda de todo el conjunto”.
Diodoro diferencia entre
druidas y videntes, que realizaban el augurio durante un sacrificio humano.
Dice que, en las grandes ocasiones, los vates nombraban a una persona para el
sacrificio y después de hundirle una daga, leían el futuro por la forma de
caer, por los movimientos de sus miembros y por el fluir de la sangre. Dice que
el sacrificio debía realizarse con un druida porque se decía que las ofrendas
eran aceptadas por los dioses si las hacían aquellos familiarizados con su
naturaleza.
Diodoro dice también que en
las guerras civiles entre los celtas, ambos bandos obedecían a los druidas;
incluso si un druida se interponía entre los dos bandos, la batalla se
detenía.
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