Un profundo análisis del
pensamiento del gran filósofo alemán que lo conecta con la ciencia cuántica.
El Eterno Retorno no fue una
idea, una teoría pensada racionalmente al principio por Nietzsche, sino una
revelación, como él mismo lo declara. Una idea que vino de repente, de lo alto,
o de las profundidades, y que explotó en el centro de su ser. Lo que Nietzsche
debió hacer en seguida fue luchar para que esa revelación no se le transformara
en religión y él, en profeta, o poseído. Quiso estudiar en la Universidad de
Viena altas matemáticas y física para vestir la idea con ropajes prestigiosos y
comprensibles.
Sabía sí que la doctrina no
era la metempsicosis, la reencarnación, ni el dogma de la resurrección de la
carne, aun cuando erróneamente pudiera vinculárseles. Una sensación precisa me
ha perseguido de que allí se encubre algo fundamental, captado de un modo
nuevo, nunca hasta ahora penetrado así, y que deberá ser actualizado, aún a
riesgo de sufrir igual espanto. Nietzsche trató de dar una base científica a su
revelación, y, como Lou Salomé nos lo cuenta, estudiando la física de los
átomos. Pero a fines del siglo XIX aún no se había penetrado en ese universo
fantasmagórico de la física subatómica y quántica, que tendría que hacer
posible, a nuestro entender, un retorno del Eterno Retorno. Y esto nos parece
apremiante, porque la esencia de su revelación no ha sido tocada.
Gracias.........
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